miércoles, 29 de agosto de 2007

Simulacro y Simulaciones


Traducción parcial de un texto de Jean Baudrillard, "Simulacro y Simulaciones", que desarrolla conceptos en torno al proceso en que la realidad imita al modelo que se ha hecho de ella: en torno a que si primero es el mapa el que pretende conceptualizar lo real, ahora es lo real lo que imita los modelos de simulación que se hace de ella. Poder, lógica del trabajo, y la destrucción de la realidad a través de su cortocircuito constante por parte de los mecanismos de la simulación.

Simulacro y Simulaciones (extractos)
Traducción de http://www.decondicionamiento.org


El simulacro nunca es aquello que oculta la verdad - es la verdad lo que oculta que no hay verdad alguna.
El simulacro es cierto.
Ecclesiastes




Podemos tomar como la alegoría más adecuada de la simulación el cuento de Borges donde los cartógrafos del Imperio dibujan un mapa que acaba cubriendo exáctamente el territorio: pero donde, con el declinar del Imperio, este mapa se vuelve raído y acaba arruinándose, unas pocas tiras aún discernibles en los desiertos - la belleza metafísica de esta abstracción arruinada, dando testimonio del orgullo imperial y pudriéndose como un cadáver, volviendo a la sustancia de la tierra, tal y como un doble que envejece acaba siendo confundido con la cosa real). La fábula habría llegado entonces como un círculo completo a nosotros, y ahora no tiene nada excepto el encanto discreto de un simulacro de segundo órden.

La abstracción hoy no es ya la del mapa, el doble, el espejo o el concepto. La simulación no es ya la de un territorio, una existencia referencial o una sustancia. Se trata de la generación de modelos de algo real que no tiene origen ni realidad: un "hiperreal". El territorio ya no precede al mapa, ni lo sobrevive. De aquí en adelante, es el mapa el que precede al territorio, es el mapa el que engendra el territorio; y si reviviéramos la fábula hoy, serían las tiras de territorio las que lentamente se pudren a lo largo del mapa. Es lo real y no el mapa, cuyos escasos vestigios subsisten aquí y allí: en los desiertos que no son ya más del Imperio, sino nuestros. El desierto de lo real en sí mismo.

De hecho, incluso invertida, la fábula es inútil. Quizá sólo queda la alegoría del Imperio. Puesto que es con el mismo imperialismo con el que los simuladores de hoy en día intentan que todo lo real coincida con los modelos de simulación. Pero ya no es cuestión que se decida entre mapas y territorio. Algo ha desaparecido: la diferencia soberana entre ellos que era el encanto de la abstracción. Ya que es la diferencia lo que forma la poesía del mapa y el encanto del territorio, la magia del concepto y el encanto de lo real. [...]. Lo real se produce a partir de unidades miniaturizadas, de matrices, bancos de memoria y modelos de comandos ? y con estos puede reproducirse un número indefinido de veces. Ya no tiene que ser racional, puesto que ya no se mide respecto a algún ideal o instancia negativa. No es más que práctico, operacional.

[...]

Del mismo órden que la imposibilidad de redescubrir un nivel absoluto de lo real, es la imposibilidad de representar una ilusión. La ilusión ya no es posible, dado que lo real tampoco es ya posible. Es el problema político completo de la parodia, de la hipersimulación o de la simulación ofensiva, el que se plantea aquí.

Por ejemplo: sería interesante ver si el aparato represivo no reaccionaría más violentamente ante una toma de rehenes simulada que ante una real. Al fin y al cabo, la real sólo cambia el órden de las cosas, el derecho a la propiedad, mientras que la simulada interfiere con el mismo principio de realidad. La transgresión y la violencia son menos dañinos, puesto que sólo desafían la distribución de lo real. La simulación es infinitamente más dañina, puesto que siempre está sugiriendo que la ley y el órden en sí mismos podían realmente no ser más que una simulación.

Pero la dificultad es proporcional al riesgo. ¿Cómo fingir una ruptura y ponerla a prueba? Simula un robo en unos grandes almacenes: ¿cómo convences a los guardias de seguridad de que era un robo simulado? No hay diferencia "objetiva": los mismos gestos y los mismos signos existen que en un robo real; de hecho, los signos no inclinan hacia ninguno de los dos lados. En lo que al órden establecido concierne, siempre pertenecerán al órden de lo real.

Organiza una toma falsa de rehenes. Asegúrate de que tus armas no pueden causar daño alguno, y toma a rehenes de tu mayor confianza de modo que ninguna vida esté en peligro (de otro modo te arriesgas a cometer un delito). Pide una recompensa, y arréglalo de modo que la operación pueda llegar a grear la mayor conmoción posible - en resumen, permanece cerca de la "verdad", para probar la reacción del aparato a una simulación perfecta. Pero aun así no tendrás éxito: la red de signos artificiales serán irremediablemente mezclados con elementos de lo real (un oficial de policía realmente disparará al tenerte a tiro; un cliente del banco se desmayará y morirá de un ataque al corazón; realmente te pondrán recompensa) - en resumen, te encontrarás sin remedio inmediatamente en lo real, una de cuyas funciones es precisamente devorar cualquier intento de simulación, para reducirlo todo a un poco de realidad - lo cual es exáctamente todo lo que es el órden establecido, mucho antes de que las instituciones y la justicia tomen parte jueguen su papel.

En esta imposibilidad de aislar el proceso de la simulación debe verse todo el empuje de un órden que sólo puede ver y entender en términos de "un poco de realidad", dado que no puede funcionar en ningún otro lugar. La simulación de un delito, será castigada con mayor ligereza (porque no tiene "consecuencias"), o será castigado como ofensa a lo público (por ejemplo, se hizo una operación policial "por nada"). Nunca como una simulación, puesto que precisamente como tal no hay equiparación con lo real, y por tanto tampoco represión. El reto de la simulación es irrecibible por el poder. ¿Cómo puedes castigar la simulación de virtud? Y aun así es tan seria como la simulación de un crimen. La parodia hace la obediencia y la transgresión equivalentes, y eso es el crimen más serio, dado que cancela la diferencia respecto a la que la ley está basada. El órden establecido no puede hacer nada contra ello, puesto que la ley es un simulacro de segundo órden mientras que la simulación es de tercero, más allá de lo verdadero y lo falso, más allá de las equivalencias, más allá de las distinciones racionales sobre las que funcionan el poder y lo social. Así pues, fallando en lo real, es aquí donde debemos apuntar al órden.

Por esto es por lo que el órden siempre opta por lo real. En un estado de no-certeza, siempre prefiere asumir esto. Pero esto se hace cada vez más y más difícil, puesto que es pragmáticamente imposible aislar el proceso de simulación. A través de la fuerza de la inercia de lo real que nos rodea, el inverso también es cierto (y esta misma reversibilidad forma parte del aparato de simulación y de la impotencia del poder): es decir, ahora es imposible aislar el proceso de lo real, o probar lo real.

Así, todas las tomas de rehenes y parecidos son ahora como si fueran tomas de rehenes simuladas, en el sentido de que están inscritas de antemano en los rituales de orquestación y decodificación de los medios, anticipados en su forma de presentación y consecuencias posibles. En resumen, su función es la de un grupo de símbolos dedicados exclusivamente a su recurrencia como signos, y ya no más hacia su "verdadero" objetivo en absoluto. Pero esto no los hace inofensivos. Al contrario, equivale a eventos hiperreales, deprivados de todo contenido u objetivos particulares, pero refractados indefinidamente el uno por el otro, de modo que son inverificables por un órden que sólo puede moverse en lo real y lo racional, en los fines y medios. Un órden referencial que sólo puede dominar a los propios referenciales, una forma de poder específico que sólo puede dominar un mundo específico, pero que no puede hacer nada ante la recurrencia s in fin de la simulación, sobre esa nébula sin peso que ya no obedece la ley de la gravitación de lo real -- el poder en sí mismo desgajándose en este espacio y convirtiéndose en una simulación de poder, desconectado de sus objetivos, y dedicado a la simulación en masa.

La única arma del poder, su única estrategia contra esta derrota, es reinyectar realidad y referencialidad en todos lados, para intentar convencernos de la realidad de lo social, de la gravedad de la economía y las finalidades de la producción. Para ese propósito prefiere el discurso de la crisis, pero también - ¿por qué no? - el discurso del deseo. "¡Toma tus deseos como realidad!" podría entenderse como el slogan definitivo del poder, puesto que en un mundo no-referencial incluso la confusión del principio de realidad con el principio de deseo es menos dañino que la hiperrealidad contagiosa. Uno permanece entre principios, ahí el poder siempre tiene razón.

La hiperrealidad y la simulación disuaden todo principio y todo objetivo; vuelven contra el poder esta disuasión que ha sido tan bien utilizada por largo tiempo. Pues fue el capital el primero en alimentarse a través de su historia de la destrucción de toda referencia, todo objetivo humano, lo que quebró toda distinción ideal entre verdadero y falso, bueno y malo, para establecer una ley radical de equivalencia e intercambio, la ley de hierro de su poder. Fue el primero en practicar disuasión, abstracción, desconexión, desterritorialización, etc; y si fue el capital el que fomentó el concepto de la realidad, fue también el primero en liquidarlo en el exterminio de cada valor de uso, cada equivalencia real de producción y riqueza, en la omnipotencia de la manipulación. Ahora es esta misma lógica la que hoy se endurece aun más contra él. Y cuando intenta luchar contra esta catastrófica espiral secretando un último brillo de realidad, en el que pueda encontrarse un último brillo de poder, sólo multiplica los signos y acelera el juego de la simulación.

Al estar históricamente amenazado por lo real, el poder arriesgó la disuasión y la simulación, desintegrando toda contradicción a través de la producción de signos equivalentes. Cuando es amenazado hoy por la propia simulación (la amenaza de desaparecer en el juego de signos), el poder arriesga lo real, arriesga crisis, juega con la remanufacturación de las bases artificiales, sociales, económicas, políticas. Esta es una cuestión de vida o muerte para él, pero es tarde.

De ahí la histeria característica de nuestro tiempo: la histeria de la producción y reproducción de lo real. La otra producción, aquella de bienes y comodidades, aquella belle epoque de la economía política, ya no tiene sentido por sí misma, y no lo ha tenido ya por un tiempo. Lo que la sociedad busca a través de la producción y sobreproducción, es la restauración de lo real que se le escapa. Por esto es por lo que la producción "material" contemporánea es en sí misma hiperreal. Conserva todas sus características y todo su discurso de la producción tradicional, pero no es más que su refracción a una escala más baja (así que los hiperrealistas atan a una impresionante semejanza una realidad donde ha escapado todo encanto, todo significado, toda la profundidad y la energía de la representación). Así, el hiperrealismo de la simulación se expresa en todas partes por la impresionante semejanza de lo real a sí mismo.

El poder también por algún tiempo ya no produce más que signos de su propia semejanza. Y al mismo tiempo, otra figura de poder entra en juego: la demanda colectiva por signos de poder - una unión sagrada que se forma alrededor de la desaparición del poder. Todo el mundo pertenece a él más o menos con miedo ante el colapso de lo político. Y al final, el juego del poder no resulta ser más que la obsesión crítica con el poder - una obsesión con su muerte, con su supervivencia, cuanto mayor más desaparece; cuando ha desaparecido por completo, lógicamente estaremos bajo el completo hechizo del poder -, un recuerdo cautivador anunciado ya en todas partes manifestándose en un lugar particular, y al mismo tiempo la compulsión para librarse de él (nadie lo quiere ya, todos lo descargan sobre otros), y el aprensivo lamento sobre su pérdida. Melancolía para sociedades sin poder: esto ya alzó al fascismo, esa sobredosis de un referencial poderoso en una sociedad que no puede acabar su lamento.

Pero estamos aún en el mismo barco: ninguna de nuestras sociedades sabe cómo manejar su lamento por lo real, por el poder, por lo social, que se implica en esta ruptura. Y es a través de una revitalización artificial de todo esto por lo que intentamos escapar a ello. Inevitablemente esto acabará en el socialismo. A través de un giro de los eventos y una ironía que ya no pertenece a la historia, es a través de la muerte de lo social que el socialismo emergerá - tal y como es a través de la muerte de Dios que las religiones emergen -. Un retorcido camino, un evento perverso y reverso ininteligible a la lógica de la razón. Tal y como lo es el hecho de que el poder tan sólo está presente para ocultar que no hay ninguno. Una simulación que puede continuar indefinidamente, puesto que - no como el "verdadero" poder que es o fue una estructura, una estrategia, una relación de fuerza, un interés - ahora no es más que el objeto de una demanda social, y por tanto sujeta a la ley de la oferta y la demanda, en lugar de a la violencia y la muerte. Complétamente destripada de su dimensión política, es dependiente como cualquier otro bien manufacturado, de la producción y el consumo de las masas. Su brillo ha desaparecido - sólo la ficción de un universo político se salva.

Del mismo modo con el trabajo, el brillo de su producción y su violencia no existen ya. Todo el mundo produce aún, y más y más, pero el trabajo sutilmente se ha convertido en otra cosa: una necesidad (como Marx idealmente lo vio, pero no en el mismo sentido), el objeto de la demanda social, como el ocio, al que es equivalente en el cómputo general de las opciones de vida. Una demanda igualmente proporcional exáctamente a la pérdida de base del proceso del trabajo. El mismo cambio en la fortuna como en el poder: el objetivo del escenario en que se representa el trabajo es ocultar el hecho de que el trabajo-real, la producción-real, han desaparecido. Y por ello también lo ha hecho la huelga-real, que ya no es detener el trabajo, sino su polo alternativo en la ascensión ritual del calendario social. Es como si todos hubieran "ocupado" su lugar de trabajo, tras declarar la huelga, y hubieran seguido produciendo,... como es costumbre en trabajos conducidos por uno mismo, en exáctamente los mismos términos que antes, declarándose a sí mismos (y estando virtualmente) en un estado de huelga permanente.

No es esto un sueño de ciencia ficción: en todas partes es una cuestión de duplicar el proceso del trabajo -- y de un doble para el proceso de la huelga, que se incorpora como crisis en la producción --. Así que no hay ya más huelgas o trabajo sino ambos a la vez, quiere decir algo totalmente distinto: una brujería del trabajo, un escenodrama (para no decir melodrama) de la producción, una dramaturgia colectiva ante el vacío escenario de lo social.

No es ya más una cuestión de la ideología del trabajo - de la ética tradicional que oculta el proceso "real" de trabajo y el proceso "objetivo" de explotación - sino del escenario de trabajo. Del mismo modo, no es ya una cuestión de la ideología del poder, sino del escenario del poder. Las ideologías clásicamente corresponden a la traición de la realidad a través de los signos; la simulación corresponde al cortocircuito de la realidad y su reduplicación a través de signos. Siempre es el objetivo del análisis ideológico la restauración del proceso objetivo; siempre es un falso problema intentar restaurar la realidad detrás del simulacro.

Por esto es en última instancia por lo que el poder siempre está apoyado por los discursos y los discursos sobre ideología, pues todos estos discursos acerca de la verdad, incluso y especialmente si tienen un carácter revolucionario, para contrarrestar las caídas mortales de la simulación.

jueves, 23 de agosto de 2007

viernes, 17 de agosto de 2007

"RCTV, pretexto para desestabilizar a Chávez"


Esta entrevista fue sacada de la página oficial de la Asociación de Periodistas de Puerto Rico.

http://www.asppro.org/articulos.php?id=146

Por Wilfred Gadêlha
publicada en Jornal do Commercio, Recife, Brasil,
1 julio 2007 (http://jc.uol.com.br/)
18 de julio de 2007


El experimentado colega chileno Ernesto Carmona, quien por muchos años vivió exiliado en Venezuela, comenta la situación de los medios de comunicación en el país bolivariano.

Un punto de vista poco divulgado en Puerto Rico.


"RCTV, pretexto para desestabilizar a Chávez"

Entrevista de Wilfred Gadêlha a Ernesto Carmona, publicada en Jornal do Commercio, Recife, Brasil, 1 julio 2007 (http://jc.uol.com.br/)

Una confabulación comandada por los Estados Unidos para derribar a Hugo Chávez. Es la manera en que el periodista chileno Ernesto Carmona ve las críticas al venezolano por la no renovación de la licencia de funcionamiento de Radio Caracas Televisión (RCTV), en mayo. El Secretario Ejecutivo de la Comisión de Investigaciones de Atentados a Periodistas (CIAP) de la Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP), Carmona, dijo en entrevista por e-mail que Brasil debería acordarse del golpe de 1964: 'Los golpes siempre van acompañados de campañas de propaganda. Ayer, contra 'el comunismo', hoy por 'la libertad de expresión'.

1. La decisión de Hugo Chávez de no renovar la licencia de funcionamiento de RCTV ha repercutido en el mundo. ¿Cómo analizas tú este episodio?

Esta historia es como la 'crónica de una muerte anunciada' porque Chávez advirtió hace varios meses que su gobierno no renovaría la licencia de Radio Caracas Televisión (RCTV), expirada en mayo y concesionada al grupo 1BC (1 Broadcasting Caracas), cuyos principales propietarios son las familias Phelps y Granier. Si la decisión ha 'repercutido en todo el mundo' se debe a que EEUU y muchos dueños de medios como los Phelps y los Granier de Venezuela, incluida la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), han servido de caja de resonancia para hacer 'repercutir' un simple acto administrativo de un estado soberano como 'otra violación a la libertad de expresión de la dictadura de Chávez'.

Al fin de cuentas, todos los dueños de grandes medios de América Latina y del mundo, desde Silvio Berlusconi en Italia a Granier en Venezuela, son personas como Marcel Granier, que comparten su ansiedad por convertir el poder mediático en poder político, émulos del legendario Ciudadano Kane, del film de Orson Welles. Para esos dueños de grandes medios, la libertad de información es sólo el privilegio que les otorgan el dinero y la libertad de empresa para mantener sus imperios periodísticos sin que nadie los haya elegido para esa importante tarea social. Por otra parte, desde que asumió Chávez, en 1998, en Venezuela hubo unas diez elecciones que lo han legitimado y ratificado, pero también ocurrió un golpe de estado orquestado por EEUU en 2001, en el que jugaron un importante rol las televisoras RCTV y Venevisión, de Gustavo Cisneros, e incluso participaron en el breve gobierno del dictador Pedro Carmona. Desde entonces, en Venezuela hubo diferentes campañas para desestabilizar al gobierno, desde la huelga petrolera de 2002, a la llamada 'guarimba' (desórdenes públicos reiterados) de 2004, la introducción de más de 100 paramilitares colombianos (capturados) para asesinar a Chávez en 2004, los sabotajes petroleros de 2005, etcétera, y ahora llegó el turno de convertir la no renovación de la licencia RCTV en un conflicto mundial de 'la libertad de expresión'. Ese es el discurso de EEUU y eso es lo que dijo Condollezza Rice en la Organización de Estados Americanos (OEA). Es algo más que la solidaridad entre grandes propietarios de grandes medios: es una confabulación mediática y política de gran envergadura para desestabilizar a un gobierno democráticamente elegido, como sólo sabe hacerlo EEUU en la región, algo que en Brasil deberían recordar muy bien por la caída de Joao Goulart en 1964. Los golpes de estado siempre van acompañados de campañas de propaganda, ayer contra 'el comunismo', hoy por la 'libertad de empresa', 'la libertad de expresión', 'la libertad de mercado', mientras la propiedad de los medios de comunicación está cada vez más concentrada, en muy reducidas personas.

2. En un artículo, tu relacionas una serie de “cancelamentos de concesiones” en el mundo entero. ¿En que se parece el caso venezolano con estas medidas en otros países? ¿Los motivos son distintos de los venezolanos?

En Venezuela no hubo 'cancelamentos de concesiones', no se canceló ninguna concesión. Y a ciertas personalidades no les agrada que desaparezca RCTV –al igual que a EEUU–, pero han reconocido que la decisión [de no renovar la concesión] es democrática y ajustada al derecho soberano del sistema jurídico de Venezuela. Entre esas personalidades están el presidente Inazio Lula Da Silva, de Brasil, y el Secretario General de la OEA, el chileno José Miguel Insulza. Cada Estado, desde Venezuela a EEUU, tiene su legislación soberana para regular sus comunicaciones internas y reglamentar las concesiones del espectro radioeléctrico, que en todos los países es un bien público nacional.

En Venezuela simplemente no se renovó una concesión que expiró el último domingo de mayo pasado. En el otorgamiento y la renovación de cualquier concesión, sea de televisión o de explotación de petróleo, extracción minera, gas natural, etc., intervienen factores políticos. Prácticamente en todos los países –excepto Venezuela– las autoridades radioeléctricas y los empresarios del sector persiguen a las estaciones de radio y televisión comunitaria. A ningún ciudadano pobre le darían una concesión de frecuencia nacional para transmitir televisión abierta en Chile o en Brasil, donde sí han podido obtenerlas, arrendarlas o “comprarlas” personas como el candidato presidencial permanente Sebastián Piñera, multimillonario chileno –dueño de LAN Chile– que emula al italiano Berlusconi, o el fallecido magnate brasileño Roberto Marinho, fundador de O'Globo; los venezolanos Cisneros, Phelps y Granier; el mexicano Angel González y otros. Ojalá todos los países pudieran entregar esas concesiones, que son bienes públicos, de una forma más democrática, con participación del electorado y de manera verdaderamente representativa, por lo menos proporcional a las fuerzas políticas y corrientes de opinión que existan en cada país, tengan o no representación parlamentaria, pertenezcan o no a partidos políticos. Existen cientos de ejemplos de concesiones que no fueron renovadas en muchos países del mundo sin que hayan tenido 'repercusión'. Sólo en EEUU, desde que se fundara la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC, su sigla en inglés), en 1934, se han producido unas 150 no renovaciones y caducaciones de concesión, unas más memorables que otras, como la que afectó a una filial de la cadena Fox en 1968 que mandaba los video tape con un ciclista desde Tijuana, México, a San Diego, EEUU, para eludir –por la vía de un viaje diario en bicicleta de los programas grabados– la legislación sobre emisiones de TV desde el extranjero. Y de paso es más barato producir en cualquier país latinoamericano, como México, que en EEUU. Existe un trabajo muy documentado del abogado estadounidense J.David Carracedo sobre Radio y TV en 21 países, incluidos EEUU y los miembros de la Unión Europea (www.diagonalperiodico.net), quien expuso el caso Fox-Tijuana-San Diego en el V Encuentro de Artistas e Intelectuales en Defensa de la Humanidad, Cochabamba, Bolivia, Mayo 2007.

3. Hay muchas críticas a la manera como Chávez se relaciona con los medios de comunicación. En tu opinión, ¿cómo podrían ser estas relaciones?

Pienso que los medios de comunicación de Venezuela deberían abandonar definitivamente la arena política, poner fin a su permanente guerrilla antigubernamental de factura político-mediática, y simplemente dedicarse de nuevo a ofrecer noticias veraces, oportunas, y entretenimiento sano, como en sus orígenes, informando con seriedad, imparcialidad, ecuanimidad, objetividad y responsabilidad social, tal como hoy lo hacen solamente dos periódicos, Ultimas Noticias, de la Cadena Capriles, y Panorama, de Maracaibo. Por cumplir esa norma elemental del periodismo, esos dos diarios gozan de la mayor circulación.

Las estaciones de televisión de la familia Phelps-Granier y Gustavo Cisneros, y los diarios de los Otero (El Nacional) y Núñez (El Universal), entre muchos otros, coadyuvaron a destruir el antiguo sistema político venezolano de corrupción desenfrenada, aquello que hoy los nostálgicos deben recordar como “nuestro sistema democrático perdido”, pero en esta tarea también destruyeron sistemáticamente a los partidos políticos tradicionales –y todo esto ocurrió a fines de los ’80, mucho antes de que Chávez apareciera en la escena política venezolana– y trataron de usurpar y desempeñar directamente ellos mismos –los diarios y las estaciones de televisión– el rol que cualquiera sociedad le asigna a los partidos políticos. Pareciera que con los años, a esos dueños de medios se les pegó el gusto por el poder y la política, que no quieren abandonar, pero la verdad es que tuvieron su oportunidad y fracasaron. Más bien ellos son los responsables del principio del fin de los dos grandes partidos tradicionales de Venezuela (el partido social demócrata Acción Democrática y el partido Social Cristiano Copei). En última instancia, la politización de esos medios coadyuvó a crear la situación de crisis que alumbró la insurgencia del fenómeno Chávez en la historia política de Venezuela.

4. Tú dices en un artículo que la campaña contra Chávez es patrocinada por agencias americanas, como la CIA. ¿Esto es golpismo?

Bueno, desde luego. Ya estados Unidos y la CIA fracasaron –el 11 de abril de 2002– en la articulación de un golpe de estado que instaló en Venezuela a un gobierno que apenas duró unas 30 horas. Ese fue un tremendo fracaso y un gran ridículo para el mismo país que derribó a Jacobo Arbenz, en la Guatemala de 1952; a Joao Goulart, en el Brasil de 1964; o a Salvador Allende, en el Chile de 1973, sólo para nombrar a unos pocos gobiernos legítimos derrocados por golpes promovidos, financiados y organizados por la Casa Blanca.

5. La TV pública ¿es la salida para la democratización de los medios de comunicación o una tentación para los políticos con tendencias totalitarias?

Hay países civilizados donde la TV pública es plural, creíble y de excelente calidad. Por ejemplo Suecia e incluso la BBC del Reino Unido. Y hay países donde es un asco, como Chile, con un cuoteo de partidos donde dominan los neo pinochetistas tipo socialdemócrata y los viejos amigos del dictador, que paradojalmente son más jóvenes. Así como cualquier país tiene soberanía para otorgarse un sistema político, con una Constitución, Parlamento, etcétera, debiera debatirse democráticamente el modelo que televisión que desean los ciudadanos –“la televisión que queremos”– en vez de la esclavitud permanente —y sin esperanzas– al “lavado de cerebro totalitario” impuesto por unos 10 mega grupos mediáticos que dominan en EEUU, y su “área de influencia” latinoamericana, y otros tantos que controlan el resto del mundo. No es el poder del dinero, sino los ciudadanos quienes deberían definir y elegir su televisión pública e incluso privada, que debe estar regulada. Es inaceptable que un individuo como el mexicano estadounidense Angel González se haya apropiado de todos los canales de televisión abierta de Guatemala –cuatro estaciones– y tenga dos estaciones de televisión abierta de alcance nacional en el Chile de Michele Bachelet –Canal 2, ex “Rock and Pop” y Canal 4, La Red–. Pero nadie dice nada y el Consejo Nacional de Televisión, que debe hacer cumplir la ley, hace la vista gorda. La ley chilena dice que un extranjero puede tener un solo canal de televisión, no dos.

Teóricamente, el espectro por donde circulan las señales de los medios electrónicos –radio y televisión– es un bien público, sometido a regulaciones internacionales y locales. Pero en escasos países existe preocupación y legislación que proteja de los abusos de la televisión. En nuestros países la TV está dominada por la ignorancia y la pobreza de lenguaje, asociadas a la chabacanería, lo peor de la farándula y el mal gusto, junto con el culto al dinero fácil, el fomento de las drogas, la propaganda directa de la prostitución –como lo hacía RCTV en horario nocturno– y el elogio permanente de la “viveza” y la violencia. ¿En qué países hay leyes que defiendan a los jóvenes y a los niños de la televisión? ¿Con qué derecho esas estaciones convierten en valores los contra valores que existen en las cabezas ramplonas de sus dueños y productores para inocularlos impunemente en las mentes de televidentes indefensos? ¿Quién los eligió para eso?

En Venezuela más bien se ha puesto en marcha una saludable democratización del espectro radioeléctrico, al reasignar la frecuencia que por más de 50 años explotó la familia Phelps-Granier a una estación de servicio público, la Televisora Venezolana Social (TVes), con la promesa de una programación diversa, y una publicidad más ética y menos comprometida con el consumismo. La televisión de servicio público está propuesta en la Constitución Nacional.

Ahora que en América Latina se está definiendo cómo se normará el nuevo negocio de la tecnología digital aplicada a la televisión, en cualquier país como Chile se presenta la oportunidad de refundar y democratizar la televisión abierta como un bien público de todos los ciudadanos, donde el medio no sea un privilegio exclusivo de los grupos económicos nacionales y extranjeros que actualmente detentan el control de la televisión. Una discusión democrática sobre el futuro de la televisión abierta bajo la tecnología digital es mucho más relevante que la elección del estándar europeo, japonés o estadounidense, y que la decisión soberana de un gobierno de no renovar la concesión a un grupo local que ya usufructuó del negocio por más de medio siglo.

Por ejemplo, el gobierno de Chile todavía no define qué estándar tendrá la televisión digital, pero los actuales dueños de la televisión ya eligieron el estándar norteamericano de alta definición y 1050 líneas, con el pretexto de privilegiar la calidad de la imagen, cuando en realidad no quieren que otros protagonistas ingresen a este negocio que factura 600 millones de dólares anuales en publicidad, debido a que la nueva tecnología permite hasta cinco estaciones de 525 líneas cada una –tal como son las actuales– por cada espacio de banda ocupado por Canal 12, Canal 2, Canal 4, etcétera. Es decir, en vez de un solo canal, los dueños de la televisión chilena aspiran a quedarse con cinco bandas, o sea, a quedarse con todo. Y ése es más o menos el cuadro en el resto de los países. Los ciudadanos tienen que impedir que el cambio tecnológico se haga entre gallos y medianoche. Debe haber un debate democrático. Es una oportunidad para democratizar e incluso refundar la televisión y dar cabida a todos los sectores de la sociedad, incluida la televisión comunitaria.

6. En tu opinión, ¿a dónde quiere llegar Chávez?

Con la legitimidad que le han dado las urnas, pienso que Chávez se propone construir una ciudad más justa, mejorando la distribución interna del ingreso y elevando la calidad de vida de su pueblo a través de extraordinarios aumentos del gasto público en salud, educación, vivienda, infraestructura, etcétera, que se viene registrando en ese país, en virtud de una adecuada reorientación del ingreso, que básicamente se debe al petróleo. Es decir, hoy se gastan de manera diferente los mismos dineros provenientes de los hidrocarburos que antes beneficiaron exclusivamente a las transnacionales petroleras y a dos estamentos corruptos de la cúpula social –la clase política y la clase empresarial– que se asociaron estrechamente para robarse la renta petrolera durante más de 40 años, hasta que hundieron a ese gran país en la hecatombe de su pueblo, con grandes sacrificios colectivos de vidas humanas de manera frontal y directa, como las matanzas urbanas de febrero de 1989, y de manera encubierta y también sistemática, con la agudización de la pobreza, la exclusión, el “despelote” general, la ineficiencia del Estado y la corrupción sin freno. Todo eso creó las condiciones que hicieron emerger a Chávez. Ahora esos enormes recursos financieros provenientes del petróleo se gastan en beneficio de un pueblo. Así de simple.